POR: CARLOS BUENO

Miguel Hernández fue un poeta y dramaturgo de Orihuela encuadrado en la Generación del 36 aunque muy próximo al estilo de la del 27. Como tantos otros compañeros de esas Generaciones, y también de muchos integrantes de la del 98, el literato alicantino estuvo especialmente significado con la política de izquierdas, lo que, evidentemente, no coartaba su libertad para ser aficionado a los toros.

Que la tauromaquia no tiene tinte político es algo que está de sobra alegar por mucho que en los últimos tiempos se haya argumentado. Y se ha hecho porque un sector autodenominado de izquierdas ha enarbolado la bandera del antitaurinismo como algo propio, como hoja de ruta de su tendencia, lo que sólo ha confirmado dos cosas: su ignorancia y su afán dictatorial.

Hace sólo unos días la nueva izquierda alicantina trató de desaprobar el cartel de la próxima Feria de Hogueras porque en él figuraba el retrato y unos versos taurinos de Miguel Hernández. Parece que para ellos eso es una herejía. Pero el único sacrilegio lo están perpetrando ellos al denotar su intolerancia y quizá su falta de conocimiento sobre los intelectuales de antaño, tan de izquierdas como ellos pero más demócratas.

También en tierras alicantinas, en este caso en Santa Pola, un “reconocido artista urbano” que firma como Sam3 ha pintado imágenes del Guernica de Pablo Picasso sobre un toro de Osborne pretendiendo con ello cuestionar el mundo de la tauromaquia. Picasso fue un artista considerado de la Generación del 27 que presumía de ser de izquierdas a la vez que aficionado a los toros y gran amigo de varios de los toreros coetáneos. Su célebre Guernica muestra la imagen del toro sin tapujos. Pero la nueva izquierda glorifica al rojo Picasso al tiempo que intenta silenciar su indisimulable pasión taurófila.

A lo largo de la historia ha habido tantos toreros monárquicos y de derechas como republicanos y de izquierdas, incluso se han celebrado festejos a favor de las milicias comunistas por mucho que ahora los novatos lo desconozcan y los veteranos lo quieran tapar. Entiendo y comparto ciertas doctrinas de izquierdas, pero no puedo aprobar la dictadura como forma de actuar ante lo que algunos -de supuesta izquierda- no quieren, no gustan, no entienden o, lo que es peor, desconocen.

No me imagino a Lluís Companys censurando o despreciando a artistas y escritores por su apego a la tauromaquia. Para quien no lo sepa Lluís Companys fue líder de Esquerra Republicana de Catalunya, presidente de la Generalidad desde 1934 hasta 1940 y aficionado a los toros. Otra reflexión: con la izquierda en el poder se crearon las escuelas taurinas de Madrid y Valencia, por ejemplo. ¿Sería otro tipo de izquierdas? Quizá sólo sea que no todas las izquierdas son iguales. Lo que resulta incuestionable es que un político ignorante se convierte en un osado potencial, y eso hace peligrar los derechos por los que lucharon nuestros antecesores.

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