Talavante. Valladolid. 04.09.2016 from Mundotoro.com on Vimeo.

En un ambiente inenarrable y agotado el papel, sucedió el mejor homenaje a Victor Barrio. Sólo con el mejor toreo, que es el que se hace eterno. Para la historia queda una faena de genio artista de Morante de la Puebla. Quedará para la historia cómo Talavante le brindó una obra sublime, de rabo, de las mejores de su vida. Y quedará en la memoria un canto a la profundidad inimaginable de El Juli. Tres obras cumbres. Padilla y Manzanares hicieron su esfuerzo y hubo momentos espléndidos de José Tomás. Y tres grandes toros, uno de Zalduendo (3º) y dos, premiados con la vuelta al ruedo de Domingo Hernández (4º) y Núñez del Cuvillo (6º).

Nunca olvide la historia que Valladolid se llenó, en una tarde que, ya en el ruedo no tuvo nada de triunfal y sí todo de gloriosa. Su gente, hoy venida de todas partes, se emocionó, se rompió en el ‘ole’ y dedicó sus pensamientos a Victor, quien desde el cielo, seguro sonrió. Toreo eterno, eterno Víctor Barrio.

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Cerró la tarde un ‘Cuvillo’ al que Alejandro Talavante quitó por saltilleras y gaoneras -cierta estética tomasista- y una larga de mucho gusto. Brindó al público y en los medios, de rodillas, principió como solo él sabe: arrucina, cambiado y un natural cumbre. El mejor de la tarde… y lo dio de rodillas. Bajo los sones de ‘Suspiros de España’ se levantó para seguir al natural, componiendo con brillantez y toreando con suavidad, ya que el de Cuvillo venía justo de empuje. Le dio igual, si se paraba el toro él inventaba algo: otra arrucina, el pase de las flores… Bendita improvisación que en su mano se hace suerte fundamental. Todo rozó el adjetivo de ‘increible’, porque la tauromaquia de Talavante es tan grandiosa que parece inverosímil. Una de las grandes faenas de su vida. Y además lo mató bien. Era de rabo.

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Morante pidió regar el seco ruedo antes de la salida del tercero y se abrió pronto a la verónica. Manseó el ‘Zalduendo’ al sentir el hierro y arrolló. Sin embargo, terminó siendo un gran toro. Se encajó Morante a la verónica hundiendo el mentón en el pecho, tanto en las verónicas como en las chicuelinas y una media para los fotógrafos. Un lance aprovechando querencia fue irrepetible. Y en el último tercio trajo la versión más bella de la ‘anarquía’. Como ese inicio tan añejo, tan suyo. La belleza, eso sí, tuvo un trasfondo técnico: sujetó al toro y lo llevó siempre metido en los engaños. Con un trazo corto -el que aguantaba el enclasado astado- la composición y el dibujo fueron siempre excelentes. Sin tirones, sin bajones de intensidad, sujetado el toreo en las muñecas, fue un faenón. Esos naturales a pies juntos, esos muletazos por bajo, esa simple naturalidad al citar y al salir de la cara del toro… Además lo mató bien. Dos orejas de ley.

Triunfar antes de El Juli genera un efecto inmediato: que el de Velilla arree aún más. Lo marcó desde el capote en un poderoso recibo y posterior lucido quite por ‘lopecinas’ (sí, lopecinas porque dota de mayor empaque y torería a la zapopina). El de Domingo Hernández humilló y se movió con celo y calidad pese a partirse el pitón derecho al comienzo de una faena en la El Juli lo llevó siempre largo. Series extensas, a más en profundidad desde el tercer muletazo y ligadas. La faena fue un canto a la profundidad del toreo, que este torero ha llevado a límites insospechados. El animal, como la rotunda obra, también a más. Fue hasta el final este cuarto, un gran toro, que soportó la exigencia que siempre marca Juli. De, mínimo, vuelta al ruedo. Se la ganó al final, como las dos orejas el torero madrileño.

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De un modo tan templado como torero, José Tomás recibió al ‘Cuvillo’ segundo con un delicioso ramillete de verónicas hasta los medios. Tras un buen puyazo se ajustó en un quite de nivel por chicuelinas. Sin coger aún la muleta la plaza ya estaba metida en su quehacer. Ya con ella lo bordó. Desde el inicio por estatuarios y un monumental desdén que se cantó antes incluso de darlo -y es que ya se veía…-. Hubo cinco tandas, medida extensión, pero mucha pureza. Desde su cintura, la muleta hasta muy atrás, siempre con cierto desmayo, limpieza y ligazón. Las dos series primeras al natural fueron cumbres. Y el toro, sin serlo, colaboró, aunque en corto protestaba más. Estocada casi entera y descabello para oreja que supo a poco.

Abrió plaza y feria un toro de Juan Pedro con buen aire pero de medido empuje. De haber tenido ese ‘tranquito’ más hubiera sido notable. Padilla, variado en el recibo y con los palos, se templó en una muy buena serie de rodillas en tablas, a la postre lo mejor de su labor, antes de una faena animosa y acabada entre los pitones. Estocada de rápido efecto. Oreja.

Recuperó por un día el catafalco y azabache Manzanares para lidiar al quinto de Victoriano, que a la postre fue el peor de la tarde. Sin ritmo ni clase, a veces se venía al cuerpo y otras doblaba manos. Lo intentó con voluntad el alicantino durante buen rato y al final logró sacar -nadie sabe cómo- un puñado de naturales meritorios. Difícil de estoquear, estuvo hábil José María. Ovación.

crónicas

Juan José Padilla, oreja;

José Tomás, oreja;

Morante de la Puebla, dos orejas;

Julián López El Juli, dos orejas;

José María Manzanares, ovación;

Alejandro Talavante, dos orejas y rabo.

Incidencias: La viuda de Víctor Barrio, Raquel Sanz, presenció el festejo en un Tendido Bajo de Sombra. La Infanta Elena estuvo presente en una Barrera del 8.

FUENTE: http://www.mundotoro.com/noticia/talavante-valladolid-victor-barrio-homenaje-faena-video-cronica/1300904

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