Hechiza la octava de temporada, para volver inolvidable su tarde de dos orejas. José María Manzanares, en redondo y paralelo, alcanza momentos brillantes. Y Gerardo Rivera confirma que en él hay un buen prospecto. Un «Peregrino», lentamente imantado flamea la divisa de Don Teófilo Gómez.

Atraídos por la fe, en busca alimentarse internamente, cerca de doce mil almas han acudido al edificio viejo, ese que atesora los grandes escritos para ser renovados domingo a domingo; lo hacen consistentemente, pero esta vez hay un especial Don, oficia Morante de la Puebla.

Solamente alguien tocado desde allá arriba es capaz de enriquecer a la feligresía con su propio evangelio desnudando su intimidad en actos tan mágicos que hacen del misticismo asombrosa realidad: movimientos levitados, fantásticos recortes y artísticas descargas.

Sí a un remiso segundo de la tarde lo supo oxigenar, habría que deslumbrarse con lo hecho al cuarto y, ahí les va el ceremonial: ¡Habrase visto Chicuelinas de recibo, ligadas a Verónicas y rematadas con el Manguerazo de Villalta! ó una Brega culminada en Recorte para llevar al toro al caballo.

Pues José Antonio lo ha hecho, pero con esa quinta esencia; única e irrepetible, por la musical forma de agotar las comillas, perdidas en la profunda mirada. Y ese quite de medios vuelos acariciando el viento al extender sincrónicamente las hojas del abanico.

Ha sido como entrar en oración recitada al unísono, de la que se han contagiado Gustavo Campos y Diego Martínez al tañer las angelicales campanas con sus sonoros Cuarteos, previo al momento de ofrendas. Firmas, Trincherazos, Cambio de mano, junto con aquel Molinete aunado al círculo por Derecha plenos de solemnidad.

Llevados sacerdotalmente, el toro va transformado en cordero, bebiéndose el imaginario Toque al acudir humilde al trazo por derecha como también hacia el de izquierda; a veces son medios muletazos que parecen eternos a la imaginación. Aire, que vienen los aleteos por arriba, como bendecidos con los Cambios en la cara.

Los cánticos van en comunión, pues ha llegado el momento final; todo es silencio, unificándose las mentes aguardando el asombro que cobra vida al insertar magistralmente el estoque fulminante en lo más alto, como elevado al infinito en acción de gracia, que en cada mano va una oreja, símbolo de celestial júbilo.

Entonces ante ese segundo, lo realizado fue como preparar el catecismo, al saludar desde el tercio.

Manzanares hubo de abreviar al tercero, no obstante haberlo hecho sentir el capote en las Verónicas; el aplauso a su coterráneo picador por su toreo a caballo, tras espectacular tumbo, no fue suficiente. Arreaba el toro, y de pinchazo y entera hubo silencio.

Un par de Alicantinas hicieron recordar a su padre frente al que hizo quinto; después a entrar en la batalla al imponer el toreo en redondo por derecha que le ha costado salir violentamente empalado, pero esa casta le hizo recuperar terreno al recurrir al toreo paralelo. Bello, en Trinchera y Firma y como la espada quedara abajo, todo se ubicó en el tercio.

Gerardo Rivera tuvo la consagración a su alcance en el largo recorrido del abreplaza, tanto al capote, banderillas y muleta transformó en intermitente la faena perdiendo unidad. En un Molinete el toro lo echó pa’rriba y como la espada entrara al tercer viaje, ha agradecido las palmas en el tercio.

Las dudas lo asaltaron frente al cierraplaza. Nuevamente, gracias a su buen banderilleo, pudo salir con la cabeza en alto, pues un par de Naturales y el Afarolado acallaron al culminar de una media.

Angelical fin, al izar a hombros al oficiante de la tarde.

Ficha del festejo:

Plaza México, octava de temporada. Unas doce mil congregadas. Clima.-Agradable. Ganadería.-Herederos de Teófilo Gómez: protestado el primero por justa presentación; arrastre lento al cuarto. Pesos: 508, 541, 530, 520, 540 y 536 kilos de romana.

Morante de la Puebla.-Al tercio y Dos orejas.

José María Manzanares.-Silencio y Al tercio.

Gerardo Rivera.-Al tercio y Palmas. Confirmó alternativa con «Agua Clara», número 359.

Subalternos destacados.-Gustavo Campos y Diego Martínez a pie.

Juez de plaza.-Jesús Morales.-Otorgó las orejas; el rabo quedó en la imaginación de unos cuantos.

FUENTE: http://www.burladero.tv/frontend/burladero/Toque-Magico-De-Morante-En-La-Mexico-vn60763-vst70

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