Artículo de la revista Jornada Taurina Edición No. 60 Julio 2016

La cruel realidad del toreo.

Por: Hilda Tenorio

Es para mi un gusto, un hobby que disfruto, ese de poder compartir con ustedes algo de lo que conozco de esta fiesta maravillosa y mis sensaciones, sin embargo en ocasiones, los entrenamientos, los viajes y los estados de ánimo me limitan.

Me rehusaba a escribir esta columna invitada por no querer tocar un tema que es inherente a la tauromaquia en estos momentos, un tema que me apena profundamente y que al pasar de los días me hacia sentir como aquel lapicero sin tinta que se ha quedado sin nada que escribir entre hojas sueltas. Hoy, desde aquí hago un justo homenaje con estas palabras a un héroe de carne y hueso, un hombre, un torero.

Como muchos saben, el pasado 9 de julio en Teruel, un hombre pagó con su vida el intentar cumplir sus sueños de torero.

Victor Barrio se llama, y hablo en presente porque hoy vive su recuerdo en todos los que amamos la fiesta de los toros.

La muerte de Victor vino a recordar dentro de este mundo que se resquebrajaba entre tantos ataques desde adentro, que la fiesta es de una verdad absoluta, el juego de la muerte.

No lo conocí en persona, sin embargo la noticia me dejó helada. Lo había visto varias veces por televisión, y conocía su lucha y su verdad, su manera de recibir tan diferente a porta gayola por tafalleras; su figura espigada, sus ojos grandes y redondos llenos de ilusión, la de cualquier chaval de 29 años que quiere ser más grande a cada día.

Hoy, la realidad es que, Victor, eres grande, eres un héroe, eres inmortal. Le has devuelto credibilidad al toro y al torero, has engrandecido tu profesión y al toreo.

Dentro de todo este viacrucis taurómaco, no se dejaron esperar los comentarios inhumanos, insensibles y tarugos de la gente antagónica al ideal taurino; se mofaron de la vida y muerte de un hombre que ejerció y engrandeció su profesión, que apostó todo lo que tenía por la posibilidad de seguir soñando y disfrutando lo que era su pasión. Yo me pregunto, ¿hasta que punto ha llegado una pequeña parte de la sociedad, que pone por encima la vida de un animal a la de un hombre?

Nuestra sociedad “civilizada” se escandaliza y pone a debate si la vida de un niño vale más o menos que la de un animal gorila. ¿Acaso es algo que se tiene que pensar por más de un segundo?

Me asusta y mucho nuestra cruel realidad como sociedad, esa sociedad que abandona y condena a muerte a los niños de las calles, viéndolos como algo normal y se escandaliza por la ordeña de vacas y el consumo de su leche, como vimos en la pasada manifestación en la ciudad de Barcelona en la que varios animalistas argumentaban que “nadie piensa en las vacas como madres”.

En los últimos días he recorrido muchos kilómetros por aire y tierra, he conocido personas nuevas de diversos estados afines a mi pensamiento, he encontrado varias veces la imagen de lo que se puede conseguir si se esfuerza uno demasiado, dialogar, con la esperanza de un mundo mejor donde todos valoremos y respetemos a nuestros semejantes.

 

¡Que Dios reparta suerte!

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FOTO ANDREA GRIJALVA DÁVILA

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