Lo he repetido muchas veces, no sé hasta cuándo tendremos que aguantar que nos llamen asesinos y torturadores.
Los aficionados catalanes pueden ser el ejemplo, ya que han soportado insultos cada domingo de toros durante años.
Antis perpetrados tras un cordón que les permitían manifestarse libremente contra quienes habían pagado una entrada, impuestos incluidos. Y así pasaron años, y el Parlamento catalán prohibió las corridas de toros, y la Tauromaquia es por ley Bien Cultural en todo el territorio nacional, y seguimos sufriendo el acoso de esas hordas que se arremolinan a su antojo junto a las plazas de toros, o en torno a cualquier acto, y que solo son el brazo más violento de un cultivo político.
Así pasó hace unas semanas en Hospitalet durante el III Congreso Taurino de Cataluña y así acaba de pasar en la pasada Feria de Fallas, en donde una aficionada fue apedreada al entrar en la plaza.
Todo gracias a ese repugnante caldo de cultivo cocinado durante años por una clase política que por acción o por omisión han ido creando una situación que más tarde o más temprano acabará en drama. Al tiempo.
Los responsables de la Unión de Taurinos y Aficionados de Cataluña (Utyac), organizadores del Congreso de Hospitalet, han denunciado a quienes durante tres jornadas les increparon sin piedad bajo la atenta mirada de los policías autonómicos, que permitieron que la horda se situara cada vez más cerca de los aficionados.
La denuncia está secundada por 25 personas que sufrieron las agresiones. Y como en Valencia, la soledad de los aficionados es total. Solos frente a los agresores y sin el menor amparo ni de la clase política ni de ningún estamento del entramado taurino, que miran hacia otro lado como si la cosa no fuera con ellos.
¿Cobardía? Pues miren, en todo este proceso que se ha vivido en Cataluña contra la Fiesta han sido muchas las personalidades políticas y sociales que han renegado de su afición por miedo a ser señalados. Hasta un miembro del Gobierno de Artur Mas -Santi Vila- reconoció sotto voce la equivocación de la abolición.
Pero todos siguen callados y prefieren el silencio a defender la libertad de los aficionados a disfrutar de una pasión. Ellos no serán nunca insultados por los pretendidos animalistas porque ya viven presos de su miedo.
Por: Rosario Pérez y Ángel González Abad
FUENTE: http://abcblogs.abc.es/toros/public/post/antitaurinos-hijos-de-la-cobardia-politica-16083.asp/