El jueves pasado, al grito de ¡Arriba el telón! Enrique Peñalosa y su troupe saltaron de nuevo al escenario bogotano, para otra representación de su obra bufa «Mi corazón entre dos consultas».
Una salva de carcajadas recibió la primera escena.
–Como alcalde imperial, ordeno que la consulta contra las corridas ya no se haga el domingo 13 de agosto. Publíquese y cúmplase.
Un –¡Uuh! – desencantado llenó el gallinero
–Porqué su Señoría –pregunta el registrador, haciéndose el loco
–Porque no tengo plata ni garantía de ganarla ese día. Y a mí siempre me gusta gratis y a la fija.
–¡Cómo que no! La ganamos porque la ganamos compañero animalista. Pa´eso están estas –Gritan desde el fondo dos extras disfrazados de burros mostrando los cascos traseros.
–Es que no podemos asegurar el millón ochocientos mil voticos mínimos para que sea válida –Contesta Peñalosa contemplándose las uñas
–Y además como la Corte me dijo que la hiciera o no la hiciera, cuando me diera o no me diera la gana. Me dio la gana de hacerla, pero en marzo con las elecciones nacionales para que la paguen otros y sus votos nos llenen el umbral. Dos pájaros de un tiro. –Se pavonea por el escenario con aire triunfal.
La Corte, a una sola voz y en tono docto –Nosotros ni dijimos ni no dijimos. Todo lo contrario.
El registrador se adelanta enarbolando unos papeles y dice mirando a la platea –Bueno, lo que sea, pero por lo pronto aquí le tengo cuatrocientas ochenta mil firmas que piden hacer otra consulta. La de sacarlo a usted de la alcaldía, por malo.
–No, no, no. Yo ya puse una tutela para atajar esa monstruosidad.
–¡Eso! La atajamos porque la atajamos mi perro –gritan desde la platea dos fanáticos con camisetas de «Muerte a los toreros»
–Tranquilos muchachos. Por lo pronto ya logré hacer prohibir las novilladas del fin de semana en la Santamaría, con el cuento de la aftosa. Les contesta riendo socarrón.
–¡Uy qué pesar hermano! Nosotros que ya teníamos todo lista para el tropel –comentan los animales ficticios corcoveando.
–Pero conste que ya les había firmado el permiso para que se dieran gusto. Aunque solo hasta la puerta de la plaza ¿No? Como en febrero –Dice Peñalosa guiñándoles un ojo
El registrador, serio, le corta, poniéndole sus papeles frente a la nariz –Creo que la consulta contra usted irá primero y ya no estaría reinando en marzo para la otra
–¡Nunca! Para eso está la honorable Corte –responde Peñalosa haciendo carantoñas a los magistrados.
La Corte toda en pie, con majestad –Sí, no, aquí estamos y no estamos, para fallar y no fallar. (Cae el telón)
Peñalosa asoma la cara por la mitad y anuncia –La semana entrante les monto la de la construcción del Metro, que es mejor.
–¡Buuuh! ¡Fuera! –brama la concurrencia furiosa, y caen los primeros tomates.