Todas las tardes por desgracia o porque son gajes del oficio, un torero resulta cogido en una plaza de toros o cuando menos sufre un percance que le deja alguna secuela física en forma de cicatriz de por vida. Por no hacer mención a tragedias vitales como las sufridas en los últimos años por Víctor Barrio (mañana se cumplen dos años de su ausencia) o Iván Fandiño. Les va en el sueldo dirán muchos o en forma de grandeza heróica se lo cobran pensamos otros.
El sábado en Arévalo el jerezano Juan José Padilla sufría una cogida en el tercio de banderillas que le imposibilitó continuar con la lidia del ejemplar de Domingo Hernández. Viendo las imágenes no parecía que tuviese consecuencias excesivamente graves como el transcurrir de las horas y las pruebas médicas han confirmado. Pero por mor de las nuevas tecnologías y la difusión de las redes sociales en escasos minutos comenzaron a circular fotografías del diestro sobre la arena con parte del cuero cabelludo colgando, cual trofeo de aquellos indios que atemorizaban a los buenos con arrancarles la cabellera en las películas del oeste de nuestra infancia.
No encuentro calificativo para expresar el escalofrío que uno siente al ver la dantesca imagen. Desde el respeto y la libertad de expresión cada medio de comunicación y cada profesional decidió lo ético o no de difundirla. Hay quien sólo muestra interés en el arte de la tauromaquia cuando pasan estas cosas y quién expresa que este tipo de actuaciones sólo la perjudican, tanto o más que otras muchas que brotan desde dentro del propio mundo taurino.
A unos cientos de kilómetros, en Pamplona, Paco Ureña también resultaba prendido por un ejemplar de El Puerto de San Lorenzo en la tercera de San Fermín. Con consecuencias tanto o más graves. Pero oiga usted, no ha despertado el mismo interés que la vivida en Arévalo. ¿Será que no se vio apéndice alguno colgando? ¿Será que el murciano no ha resucitado como Padilla en Zaragoza hace unos años y no tiene el estatus de héroe? ¿Será que la sangre a borbotones está más vista que los jirones de pelo de Padilla?
Telecinco, Antena 3, La Sexta o RTVE, y otros muchos medios no taurinos, digitales o de papel, se han hecho eco de lo sucedido, imágenes de por medio (algunas fusiladas sin la mención del autor). A eso de las cinco de la tarde Juan José Padilla ya era la primera tendencia en Twitter con más de trece mil menciones, más que el rescate de los doce niños atrapados en una cueva en Tailandia o la Formula 1 en Reino Unido. Absurdo, triste y peligroso…
Unos miles de clics más, una mayor repercusión bañada en desgracia o más visitas en la web no justifican un hecho deleznable que lo único que hace es daño a un mundo, el taurino, con varios frentes abiertos. En el toro se están haciendo muchas cosas bien y se viven experiencias llenas de vida, repletas de arte, que no merecen por parte de esos medios de comunicación la más mínima atención si no salpican la pantalla de sangre o morbo macabro.
Por cierto, Padilla está bien, ha confirmado su presencia en Pamplona el próximo día trece y ha difundido él mismo la foto del estado de su cabeza. Arrestos, los suyos.