Aplausos ofrece la entrevista íntegra con El Juli que ha provocado la respuesta de Simón Casas

Por Ángel Berlanga
Lunes 05 de noviembre de 2018
De Orgullito a Licenciado, de Sevilla a Madrid, de un cielo a otro cielo, de la consagración de un modo de torear y un estilo de bravura a la rendición definitiva del público que más le ha exigido a lo largo de su carrera. Son las cimas del vigésimo aniversario de El Juli como matador de toros, las dos cumbres del año que ejerce de parteaguas en su trayectoria. A partir de ahora el ritmo será otro, anuncia. Su disfrute personal como artista y la profundización en los nuevos resortes de su tauromaquia son los ejes sobre los que pivotará la nueva etapa. Siempre, sin renunciar a los grandes escenarios. “No entiendo mi carrera sin ellos”, sentencia.

-En marzo encaraba un año especial: el de su 20º aniversario de alternativa. ¿Cuántos de los sueños iniciales se han cumplido y qué espinas se han quedado clavadas?

-La realidad ha superado a los sueños. En una temporada como esta, para mí era un sueño poder cuajar tardes como las de Madrid y Sevilla, esas sobre todo. Cuando quieres reivindicar o conmemorar algo en el toreo, donde hay que hacerlo es en Las Ventas o en la Maestranza; y poder encontrarme en ambas plazas con esos toros tan bravos y lograr hacerles faena en la línea de la tauromaquia que yo busco supera todas las expectativas. ¿Espinas? Con la espada ha habido momentos malos, no lo he visto claro y sin duda es el punto más frágil de mi temporada.

-Ese hándicap no es nuevo para El Juli.

-A lo largo de tantos años es normal pasar distintas rachas. Aun habiendo rematado muchas faenas muy bien, con grandes estocadas, la regularidad no ha sido la que yo quería este año. Cuando no lo veo claro, lo paso peor que en cualquier otro momento de la lidia.

-El indulto de Orgullito en Sevilla fue muy fuerte. ¿Alguna vez lo había siquiera imaginado?

-La verdad es que no. Es algo que no buscas, ni crees que pueda pasar; insisto en que supera cualquier tipo de expectativa. Lo que sucedió aquella tarde es lo más parecido, taurinamente hablando, a estar cerca del cielo. Para mí fue un sueño, sobre todo por encontrar el triunfo por la vía de la tauromaquia que a mí me gusta. Muchas veces triunfamos y cortamos orejas pero no tienes la plenitud que necesitas como torero; y ese toro y esa faena suponían de algún modo la culminación de una idea de torear, de una forma de embestir, de lo que yo pienso que debe ser el toreo, y la constatación de hasta dónde pienso que debe llegar.

-¿Qué siente cuando ve a Orgullito en el campo?

-Sobre todo tengo una sensación muy grande de agradecimiento, porque me ha hecho sentir cosas que solo puede proporcionártelas un toro bravo. Muchas veces entrenamos y tenemos en mente cosas que parecen irrealizables; y de repente llega un toro en tu vida que te abre una nueva vereda, un nuevo camino para conseguir esos sueños, y a ese lo tienes siempre en el recuerdo. Son animales que te aportan mucho emocionalmente y abren nuevos senderos en tu tauromaquia.

-¿Le dará tiempo a lidiar sus productos…?

-Eso nunca se sabe. Esta profesión es muy dura, muy esclava, muy exigente. Lo que sí creo es que si acabo lidiándolos será porque seguiré manteniéndome al nivel que yo quiero. Cuando sienta ciertas carencias, dejaré de torear.

-La otra cumbre del año llegó en Madrid, con Licenciado. ¿Su ideal de bravura de qué toro está más cercano: de Orgullito o de Licenciado?

-Bueno, son dos toros distintos. Por encima de todas las condiciones medibles propias de la bravura, los dos tenían algo que permitía torear de una manera diferente. Quizás Orgullito tuviese un arte especial a la hora de embestir, una forma de ralentizarse distinta; Licenciado fue un toro más explosivo, te exigía una entrega total y tenía una flexibilidad, una manera de empujar y de salirse de la muleta muy difícil de ver.

“Tengo, y lo digo con total humildad, una noción de lo que he hecho en el toreo, de lo que he aportado; hay muchos aspectos del toreo actual que tienen que ver conmigo y quizás eso sea de lo que más orgulloso me sienta”

-La faena a Licenciado se agigantará con el tiempo, como sucedió en esa misma plaza con las de Cantapájaros, Hechicero, Novelero…

-Ha sido una de las faenas de mi vida. Y eso que no hubo orejas. En caliente las orejas suponen la guinda, provocan la repercusión inmediata, pero la verdadera trascendencia de las faenas llega con el tiempo, me refiero a las faenas que sobrepasan a las cotidianas, claro.

-La leyenda de El Juli también se engrandecerá con los años. Ha sucedido con todos los grandes.

-No es algo que me preocupe especialmente. A mi juicio, la importancia de los toreros radica en lo que hacen y en lo que llevan dentro; después son las circunstancias las que provocan que todo vaya hacia un lado o hacia otro, y eso ya no está en manos del artista que interpreta las obras. Esas circunstancias a veces benefician a ciertos toreros y a veces perjudican a otros. En cualquier caso sí tengo, y lo digo con total humildad, una noción de lo que he hecho en el toreo, de lo que he aportado; hay muchos aspectos del toreo actual que tienen que ver conmigo y quizás eso sea de lo que más orgulloso me sienta.

-¿El tiempo magnifica o se limita a hacer justicia?

-Su paso no siempre es igual de justo con los toreros. Los ha habido que han hecho cosas muy importantes y el tiempo no los ha valorado en su justa medida; y, en cambio, los ha habido sin esa misma relevancia ante el toro y luego, por muchas circunstancias, su leyenda se ha magnificado. En mi caso lo que me preocupa está en la plaza, que es el único sitio donde las sensaciones me hacen ser feliz y sentirme. Luego, con todas las valoraciones externas de las que hablamos no sientes, ni por asomo, lo mismo que sientes delante de un toro.

-¿Qué otros toros ha cuajado este año como quería?

-Uno que ha abierto nuevos registros en mi tauromaquia ha sido Cuidadoso, mi segundo de Garcigrande en San Sebastián; y otro que me ha ilusionado es el de Daniel Ruiz en Albacete, Depravado. Por encima de la mayor o menor trascendencia de las faenas, los dos han dado un impulso a mi forma de torear. Todavía queda madurar y redondear esos registros, pero los muletazos que pegué a esos dos toros pocas veces había podido darlos.

-En ocasiones se habla en tono despectivo del toro de las figuras. Supongo que animales como Orgullito, Licenciado, Cuidadoso o Depravado acaban dándoles la razón.

-Pasa como con la trascendencia de los toreros de la que antes hablábamos. A veces se es muy ingrato con el trabajo que están haciendo los ganaderos, la gente solo se queda con los aspectos negativos o con cuando las cosas no salen bien, y no se tiene la capacidad de valorar los grandes avances que están consiguiéndose. Evidentemente, cuando hay triunfos y salen toros de esa trascendencia tiene una importancia bestial para los ganaderos que los han criado y creo que abre los ojos a mucha gente. En la embestida del toro hay mucho tópico y mucha falta de información sobre la verdadera bravura. Con muchas ganaderías se está siendo terriblemente injusto.

“En mi caso, reducir festejos no significa evitar las plazas grandes. Sin ellas mi trayectoria no tendría sentido. Y jugarme la vida, tampoco”

-Hablando de toros: se generó cierta polémica por la presentación de algunas reses que lidió en Guijuelo o Tomelloso. ¿Qué opina al respecto?

-Lógicamente, cuando toreas también tienes la capacidad de equivocarte. No siempre todo está al alcance de tus manos y ha habido días en que las cosas no han salido como deberían, y eso, efectivamente, es un fallo de todos; pero también da rabia que cuando se hacen las cosas bien nadie valore el porcentaje de importancia que uno tiene en que aquello sea un éxito. Se reciben muchas críticas en una temporada por algún toro y, en cambio, cuando se indulta un Orgullito en Sevilla nadie escribe nada del buen trabajo que se ha podido hacer antes para que ese toro llegue hasta allí. Reconozco que en mi carrera nos hemos equivocado muchas veces, somos seres humanos, y tras reconocerlo solo queda intentar que no vuelva a suceder.

MIRADAS AL PASADO… Y AL FUTURO

-De estos veinte años de alternativa, ¿de qué se siente más orgulloso: de su estadística, de su aportación a la evolución del toreo, al perfeccionamiento de la bravura…?

-De lo que más me enorgullezco es de tener la capacidad de reinventarme, de no estancarme, de aun pasando por momentos buenos y malos crear nuevos registros en la Tauromaquia y en mi propio toreo.

-¿Cuál ha sido el palo más grande de estos veinte años; su gran decepción como torero?

-Sentirme a veces incomprendido, frustrado; esas tardes que sales de la plaza insatisfecho y decepcionado porque no has podido darle al público lo que llevas dentro. Esta profesión tiene un porcentaje de fracaso alto, mayor cuanto más personal sea tu forma de torear o con más perfección quieras hacerlo. Ahí baja la regularidad y aumenta en mí la insatisfacción por que alguien vaya a verme y no pueda disfrutar de mis registros como torero. Para mí, no hay mayor frustración que esa.

-Pensé que me hablaría de la etapa en que quiso arreglar desde dentro el toreo.

-Aquello fue una decepción personal. La estructura que se propuso era clave para mejorar el toreo. Desgraciadamente esa estructura se rompió y es una pena porque tenía una fuerza, una intensidad y una gente verdaderamente relevante en la profesión; pero aquella unión no interesaba a mucha gente del sector, se hicieron verdaderos esfuerzos por romperla y terminó abortándose un camino que podía haber cambiado muchas cosas en favor de la Tauromaquia.

-A pesar de no darse aquel paso tan necesario a su juicio, ¿es optimista con el futuro del toreo?

-Bueno… ahora hay una estructura como la Fundación que está trabajando. En las tertulias se critica que aquí nadie hace nada, y ahora mismo sí se está haciendo algo. Hay gente en la Fundación que está dejándose su tiempo, su dinero, su esfuerzo, su trabajo, por intentar hacer cosas. Es una estructura que deberíamos apoyar todos, algunos mucho más de lo que lo hacen actualmente. Tenemos que pensar en el beneficio común y, en cambio, hay quien si no ve un beneficio personal directo no se involucra igual. Tenemos que pensar más en el futuro de la Fiesta que en el nuestro individual.

“¿Tomelloso y Guijuelo? Cuando toreas también tienes la capacidad de equivocarte. En mi carrera lo hemos hecho muchas veces, somos seres humanos, y tras reconocerlo solo queda intentar que no vuelva a suceder”

-¿Los veinte años de alternativa han marcado un punto de inflexión en su trayectoria? ¿Empieza ahora una nueva etapa en su carrera?

-Sí, sin duda.

-¿Cómo piensa enfocarla?

-La reducción de festejos unida a la intensidad de lo que se hace en el día a día es ya una constante no solo en mí, sino en todos mis compañeros. Ahora además hay un relevo, otros toreros con capacidad para tirar de muchas cosas de las que antes me tocaba tirar a mí; me siento más liberado, sin la presión que en otros momentos me impedía desarrollarme como torero y me obligaba a torear más de lo que yo quería o a presentarme muchas veces de la forma en que yo no quería. En ese sentido el de ahora va a ser un camino más tranquilo, buscando más mi satisfacción personal como artista a la hora de crear.

-Conociéndole, no creo que levante el pie del acelerador ni que rehúse estar en los grandes escenarios.

-Los toreros somos toreros para actuar en las grandes plazas. La reducción, al menos en mi caso, nunca va a ir encaminada a evitar las plazas más importantes. Para mí el gran sentido de entrenar, de prepararme y de ser torero está ahí, en querer cuajar grandes obras en grandes escenarios. Sin eso mi trayectoria no tendría sentido. Y el hecho de jugarme la vida, tampoco.

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