Fue en la afamada ganadería tlaxcalteca de Montecristo, donde intervino en la lidia de nueve toros un día y en el otro en la tienta de siete vacas 

ADIEL ARMANDO BOLIO 

Otro de los novilleros que estuvo muy activo el reciente fin de semana en el campo bravo del país, concretamente en la ganadería tlaxcalteca de Montecristo, propiedad de don Germán Mercado Lamm, fue el chaval queretano Juan Querencia, quien durante dos días se hartó de torear, pero, sobre todo, de seguir afinando su tauromaquia, en lo que se refiere al oficio y a la técnica. 

Primeramente, el pasado viernes, al lado del matador de toros potosino Fermín Rivera y del también novillero lagunero Arturo Gilio, intervino en la lidia de los nueve toros que se echaron a la plaza de tienta y quienes tuvieron la oportunidad de verlo comentan que en dos de los astados tuvo que emplearse a fondo, teniendo que sobreponerse a lo que le exigían los animales, pero que en los otros siete fue evidente que se ha sentido bien, desenvuelto y mostrando evidentes avances. 

Al día siguiente, el sábado, se tentaron siete vacas, de las que se encargaron los igualmente novilleros, el aquicalidense Héctor Gutiérrez y el duranguense Eduardo Neyra, mismas en las que le dieron la oportunidad a Querencia de dar las llamadas “tres”, espacios en cada una de ellas en los que dio rienda suelta a la manera y forma en que él gusta de hacer el toreo, con clase, calidad y mucho sentimiento, según se dice de lo sucedido en la casa de la divisa en obispo, verde y oro. 

Sin duda, fue una doble jornada en la que el joven Juan Querencia ha logrado un crecimiento humano y taurino muy importante en sus aspiraciones como torero, por lo que seguirá en el mismo tenor en lo que toca a su entrenamiento físico y en el campo bravo. 

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