Por: Redacción

Bien dicen que lo único imposible, es aquello que no intentas. Y de esto, Uriel Moreno «El Zapata» sabe un buen rato. El domingo pasado en la Monumental de Zacatecas, el diestro tlaxcalteca bordó materialmente el toreo con dos ejemplares de Valparaíso, a los que les cortó tres orejas y salió en hombros.

Fueron dos astados que dejaron ver la tauromaquia de El Zapata, quien disfrutó a plenitud y convenció con su quehacer a los delirantes aficionados que le aclamaron.

«Siempre he dicho que los toros lejos de que ser buenos o malos, necesitan mostrar o ser colaboradores para hacer una expresión de arte entre toro y torero», dijo ayer mientras entrenaba en la Monumental de Apizaco.

Con ese aire de toreo antiguo, pero a la vez tan moderno debido a sus creaciones que poco a poco van viendo la luz en la época de un toreo estilizado a la escuela española de los jóvenes actuales, El Zapata sigue emergiendo con luz propia.

«Dicen que en el toreo ya todo está escrito, pero el inventar, si no lo haces bien puede rayar en lo ridículo. Cuando se hace una cosa nueva se tiene que ensayar mucho y se tiene que hacer conociendo que, lo que tú propusiste, sea algo bonito y novedoso. El tema de crear… es un tema delicado», subrayó.

En Zacatecas, Uriel mostró variedad en los tres tercios que hicieron que la corrida de feria quedara en el recuerdo por muchos años, de los aficionados que asistieron a la plaza. La crónica es evidente.

«Al final eso es el arte. Tiene que haber un motivo para que lo que sientes como cronista, lo puedas imaginar y escribir de esa manera. Yo fui de los últimos toreros que no se hicieron en España. Fui a España ya con ocho o 10 años de matador de toros y tengo grandes amigos que me enseñaron un poquito de la técnica simétrica de colocación. Con mi toreo mexicano-tlaxcalteca, con la influencia de Rodolfo Rodríguez «El Pana», he sido fiel a mi tauromaquia que ha evolucionado y que ha hecho que El Zapata se empiece a ver de manera diferente. De un artista que está madurando su toreo y qué bueno que sea distinto ahora, porque eso a muchos aficionados es lo que les gusta», señaló.

Cuestionado en qué momento se dio cuenta que su toreo era diferente como para ganar con ello más partidarios, Uriel afirma que desde siempre se ha considerado un torero capaz de hacer lo increíble.

«Desde siempre, porque he sido fiel a mi tauromaquia. Muy juzgada al principio por las circunstancias, desde mi primer apoderado Pepe Arriaga «El Gitano», ya que el objetivo era cortar las orejas a como diera lugar; la encomienda era muy clara. No había que estar bien, ni demostrar que podía haber ciertas formas clásicas en el toreo. No, la encomienda era cortar las orejas como diera lugar, eso con el tiempo te das cuenta de que confundes un poco la rapidez con las ganas y eso hace que te confundas un poco y en ese proceso va pasando el tiempo, pero tú sigues creyendo en tu tauromaquia y en tus conocimientos y todo tiene que salir a flote tarde o temprano».

Señaló que esa parte romántica es de lo que heredó de un maestro como El Pana, con quien entrenó todos los días en la Monumental de Apizaco.

«El Zapata tiene muchas cosas de El Pana, incluyendo el Par de Calafia, el ser muy variado con el capote y darle muchos vuelos, hay muchas cosas que El Pana nos heredó. Ya después vinieron las nuevas generaciones como José Luis Angelino y su hermano Angelino de Arriaga, y luego surgió Sergio Flores, que están hechos en España. La influencia es distinta y lo interesante es que la tauromaquia de El Zapata sigue vigente después de 24 años».

«Al margen de que Uriel pudiera entrar en combinaciones al lado de distintas figuras extranjeras como «primer espada», se ha consolidado como un torero maduro, que atesora un concepto más afinado de lo que siempre había venido buscando, con esas reminiscencias de una tauromaquia de otro tiempo, cuyo clasicismo nunca pasará de moda…», escribió Juan Antonio de Labra, tras la brillante actuación del tlaxcalteca el domingo pasado en Zacatecas, dando pie a que el diestro figure en el elenco de todas las plazas importantes de la república.

«Esto cada año cambia, la Plaza México es nuestra bolsa de valores. Los toreros triunfadores siempre en todas las plazas los quieren ver y El Zapata cada año está justificándose en la Temporada Grande y se sigue justificando en el interior de la república. Lo demás ya es cosa de la oficina y los despachos de las empresas…», concluyó.

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