POR: J.C.M.

Juan Luis Ambel Barranco, «Posada de Maravillas», último eslabón de una longeva dinastía taurina, es rara avis en una profesión reñida más de lo debido con las tendencias sociales y culturales más vanguardistas. Torero, patrón de barco, piloto privado y ahora cursando estudios universitarios «hay que sacar el tiempo de donde sea para hacer las cosas», pese a lo cual no le pierde la cara al toro «pienso en él veinticinco horas al día». Busca permanentemente nuevas experiencias fuera de su zona de confort «he vivido dos meses en Londres y ahora estoy en Portugal» y asume el momento que está viviendo con naturalidad e inteligencia instalado en una prematura madurez «es lo que toca ahora y hay que aprovechar para prepararse. Se lo digo a los chavales que vienen conmigo a tapias, tienen que tener sabiduría para al menos saber expresar la profesión de matador de toros». Juan Luis, el toro en el alma, la realidad bajo sus pies.

Empecemos por el final de temporada en Las Rozas: el año pasado cortaste dos orejas a una corrida de Torrestrella, este tres a la de Alcurrucén. ¿Con qué sensaciones saliste de la plaza?

Fueron muy buenas además yo vivo por temporadas allí y me sentí como en casa. Este año ha sido diferente, fue una tarde maravillosa porque hubo un toro especial para la ocasión, por cosas que uno especialmente busca en el animal como su forma de embestir. Al margen de las orejas que corté que es algo simbólico me quedo con las sensaciones que viví.

Este año has toreado muy poco, Valdemorillo a principios de temporada, algún festival y Las Rozas. ¿Por qué no te hemos visto más?

Esto está montado de tal modo que uno tiene que tener paciencia, no puedes torear en ciertos sitios en los que no existe el respeto debido a esta profesión. Prefiero torear poco pero que sea en las mejores condiciones, hay que tratar siempre de dignificar el toreo. Quizá esa sea la razón de no haberme visto en más ocasiones.

Has vivido últimamente rodeado de cierta polémica ajena al mundo de los toros, ¿crees que te puede estar pasando factura el alejarte de cierto patrón o estereotipo propio de un joven de veintitrés años que quiere triunfar en este mundo tan particular?

No, por supuesto que no. Me dicen habitualmente que soy diferente pero yo no estoy aquí para ser uno más, ni para decir cosas que no digo ni para ser algo que no soy, tengo las ideas muy claras. Llevo toreando desde los ochos años y desde los cuatro con mi hermano y todo lo que he conseguido ha sido por ser como soy, soy matador de toros, no actor. Fuera de este mundo he tenido que hacer cosas y tengo pensamientos que sí me han podido pasar factura pero dentro de él he sumado mucho más que restado. Todo lo que se haga con cariño y amor aporta mucho más que otras cosas.

Sinceramente creo que eres un ejemplo de educación y personalidad, dentro de la plaza y sobre todo fuera de ella. Encarnas quizá la respuesta a por qué este mundo del toro en ciertos aspectos va a la deriva, ¿no crees?

Sí, en el toro como en todo en esta vida hay que ser educado y respetuoso con los demás. En esta profesión nuestra, por los valores que tenemos, quizá no nos damos cuenta de que hay que ser muy constante, es difícil de explicar pero es la realidad: cuando hay cosas diferentes que se salen del patrón establecido llaman la atención y generan cierta polémica, pero hay que ser como uno es. Por ejemplo, jamás voy a cambiar mi modo de torear y si para triunfar en una plaza tengo que hacerlo lo siento mucho pero no lo cambiaré. Tengo muy claro que nací toreando de una forma y moriré igual.  

Hace dos años que tomaste la alternativa en Zafra tras ser nombrado mejor novillero de la feria de San Isidro 2015. Eras sin duda una de las grandes promesas del panorama taurino nacional. Tu situación confirma la regla de que lo difícil es mantenerse.

En el toro todo es complicado, desde que empiezas hasta llegar a triunfar en plazas importantes como Madrid, Sevilla o Pamplona cosa que yo he logrado en casi todas las de primera. Lo que sucede en esta profesión es que hay que ir despacito, no es cuestión de llegar arriba cuanto antes sino de irse haciendo poco a poco como torero y después como persona. Yo triunfé como novillero, tomé la alternativa, me fui a Colombia y por último confirmé en Las Ventas. Tras todo esto llega el bajón porque tienes que empezar de cero y más en mi caso que no tengo un apoderado que sea una empresa, es independiente. Luis Álvarez es una persona entrañable y admirable en todos los sentidos, amigo mío, pero ha sido hasta ahora apoderado exclusivamente, no es ni empresario ni ganadero. Pasé de torear treinta y tantos festejos en 2015 a torear tres el año siguiente, Madrid y dos pueblos más. Es un ejemplo claro de cómo está montado esto y de que mi carrera me la llevo yo mismo y sobre todo hay que tener los pies en el suelo y asumir que ahora me está tocando vivir esta situación, hacerme como persona y torero en el campo y que esto es muy largo.

¿Qué queda de aquel Juan Luis de esa tarde?

Queda la base de mi tauromaquia, los cimientos, mi forma de interpretar la vida. Quedan la ilusión, las ganas, aunque el tiempo pasa, te vas haciendo más hombre y más en el mundo del toro donde maduras a pasos agigantados, más que cualquier muchacho que está empezando en otra profesión.

¿Qué te impulsa a seguir luchando por triunfar en los toros?

Amo al animal por encima de todo, no estoy aquí ni para ganar dinero ni para ser el número uno. Estoy completamente seguro de que todos mis compañeros te responderían lo mismo que yo. Me gustan las sensaciones que experimento cuando estoy delante del toro, me siento otra persona distinta, le da sentido a mi vida. Es el único instante en el que me puedo entregar con la misma pureza que lo hace él. Vivimos hoy en día en una sociedad completamente materialista basada en la mentira y en lo ficticio que hace que vivir momentos así tan reales y puros sean lo mejor de mi vida. ¿Por qué estoy en esta profesión? Por estar al lado de ese animal.  

Procedes de una familia muy ligada al mundo taurino. ¿Qué consejos te dan en casa?

Son ya muchos años con este tema, mi hermano ha pasado por lo mismo que yo, es muy inteligente y me habla de una forma muy cercana. Me dice que tenga paciencia. He sido joven y hubo una época en la que el tema de los triunfos me afectaba bastante aunque ya lo tengo superado y lo que tenga que llegar lo hará. Me piden que mientras me vaya formando como torero y mentalmente para cuando el día de mañana lleguen los triunfos ser capaza de dignificar la figura del torero. Hay ocasiones en las que no estar a esa altura repercute negativamente en la profesión y hay que tratar de ser culto, de ser una persona hecha y derecha. Es lo que toca hacer ahora y hacerlo con constancia.   

¿Cómo es tu día a día?

Generalmente entreno por las mañanas y por las tardes estudio, no quiero llamarle rutina porque la rutina aburre y a mi el toro no me aburre nunca pero sí que es algo que desarrollo sistemáticamente pero no entreno por obligación sino por necesidad, me gusta verme sufrir y apurado porque luego cuando estoy delante del toro me gusta disfrutar de la adversidad y verme que puedo, que estoy sobrado.  

¿Planes para 2018 y cosas que se puedan ir contando a los aficionados?  

Mantener la paciencia, la ilusión y el buen momento. Después de Valdemorillo, tras chocar contra un muro tal y como fue aquella tarde, yo traté de seguir hacia delante, sacando siempre cosas positivas. Hay que ser regular, constante, no puedes venirte abajo. Y así quiero afrontar el 2018, mentalizado, con ganas y Dios dirá, esto es una carrera de fondo y hay que saber disfrutar cuando estás abajo del todo para que cuando llegue el día de estar arriba decirte a ti mismo «yo ya no me bajo de aquí». Si llega el triunfo en 2018 estupendo y si no será en 2019 pero llegar llegará, jamás he dudado de mí ni de mis condiciones.

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