Porque el hombre, cuando es un genio, todo él es transcendencia, jamás imagina el Paraíso. No aguarda, entre paciente y sumiso, al sillón que le cederán en el Olimpo los dioses. Lugares a donde se llega después de vivo, en la quietud mansa que da el reposo de no estar. El Juli renuncia a ese Paraíso que consiste en no tener un día más para hacer del toreo la primera, única e inimaginable creación que será superada por otra mas honda. Elaborada por la misma genialidad que se retroalimenta. El toreo de El Juli sacia su sed en la única agua potable apta para los genios: su tauromaquia de mañana. Un sólo muletazo de esta tarde en Sevilla pide ya un océano de agua de otro muletazo de otro día apara apagar la sed que deja. Por eso renuncia El Juli al Paraíso que le negaría ese toreo de mañana. Por eso no espera a que el Olimpo le ceda un lugar. El toreo, cuando es como esta tarde, no admite un lugar en el Olimpo. Sencillamente, expulsa a todos los dioses y los destierra a los lugares de artes menores que no alcanzan al arte del toreo.

Roto en pedazos el espejo hace años, para no caer en la tentación de verse con el ojo que elogia y adocena, el que te convierte en fan número uno de ti mismo, El Juli tiene un horizonte donde la vista no alcanza. Ni siquiera la suya. Con un lote bravo y de fondo de Justo Hernándezganadería que basa la magia de su bravura en no ser predecible, el madrileño dejó la transcendencia de su colosal figura, su tauromaquia de mano a un palmo de la arena, con las muñecas salpicadas de albero. El indulto de ‘Orgullito’ es el orgullo del arte del toreo. No se puede, si es que El Juli no dice lo contrario, torear mas por abajo, mas largo, más despacio, mas profundo. No se puede… hasta el día próximo con el toro próximo. El Paraíso, en el toreo, es hoy y anuncia el de mañana. La gloria del toro vivo y el toreo soberbio es hoy , es ahora, es, como muy tarde, mañana. Porque es un arte que no puede permitir que el genio esté sin otro mañana y a que mañana salga un toro superior.

El lienzo era un toro bajo de agujas, de manos cortas, con cuello, cara para adelante, el toro para aspirar a la renuncia del Paraíso. Enseñando indicios, dando pistas de su bravura, el toro demostró celo inicial, cumplió en el caballo de de forma cabal, medido por el picador a instancias del torero, cuajando un manojo de verónicas cumbre. En posición de soberbia naturalidad, relajado el cuerpo en la vertical, caído sobre su propio peso, las primeras tandas fueron de excelente composición y estética. Fueron la la derecha, muleta aplanando el albero. Por el pitón izquierdo el toro no sacó esa nota en el trazo, a pesar de que El Juli dibujó con la misma o mayor intensidad esa ligazón por abajo que exprime, que duele al manso, que hace que la bravura se lea y se vea en toda su intensidad.

Ese arte soberbio y orgullo, implacable con el que se aflige, surgió luego en dos tandas donde todo fue muleta por debajo de la pala, palillo a una cuarta del suelo, sin expulsar jamás la embestida del gran toro, sin inercia alguna, reunido, denso, colosal toreo. Toro que admita ese arte tan exigido, tan dictador, es toro de indulto. Y eso comenzó a peor el público, mostrando El Juli de nuevo al toro, esta vez con la generosidad de los grandes, sacándolo afuera, mostrando de nuevo que la bravura fija, humillada y profunda es precio de vida. Colosal el torero, toro para seguir viviendo.

Ya había hecho el toreo una faena planteada en una pequeña parcela, en los adentros, apenas en el tercio, al segundo de la tarde. Toro estrecho de sienes y coniapretado, bravo y bueno pero sin el poder ni el fondo del quinto. Bien picado en generosidad y torería por Barrosose vino el toro algo cruzado por el pitón derecho, de tal forma que lo arrastró con una pata. Cuando regreso el toro a embestir, el toreo había convertido un desaire en un suntuoso toreo de rodillas sin cambio de color. Ese era El Juli esa tarde. Hubo mas ciencia en esta faena, muy a favor del toro, pues, cuando se afligía por el trazo de mano baja, siempre sin inercia, siempre sin irse el toro mas allá de donde llagaban los vuelos, el toreo le daba tregua. El poder, a veces, no obliga. Tantas veces, ayuda. Una faena de remates toreros, cambios de mano y de pecho, pausas de respiro, rematada con una estocada arriba de riesgo en el embroque. Esa faena valía para aspirar al Paraíso, eso que llega después de no estar. Pero El Juli no quiere ese lugar sino mostrarlo a los ojos de todos. La paciencia del recuerdo no es virtud de los elegidos.

Distinta de tipos, fue una buena corrida, pues siendo el tercero toro mas suelto, de menos celo en los primeros tercios, como mancarrón, luego respondió a la inteligencia de Ponce, que lo vio perfecto para una faena de brazo suelto, de dar celo, de no dejarlo ir, de recoger aquello que podía irse. Una faena de impronta y sello, con el toro amando rajarse, y con un toreo final a dos manos a favor de querencia, pierna flexional, torerísimo. El que abrió plaza, más agrado al piso, sin soltaste de los vuelos, no le dejó estar a gusto.

La tarde de Talavante se escribió con un lote compuesto por un toro bajo de agujas y algo abierto de cara que pareció tener su toreo en la distancia media, con hueco, en una tanda bien trazada del torero. Pero fue un espejismo y el extremeño, abrevió. El que cerró corrida fue un castaño algo estrecho, zancudito, de final de pase desabrido, medio gazapón, de movilidad desordenada, con el que Talavante pareció querer aplicar remedios a los defectos antes de naufragar con la espada.

Al hotel se llevaron en hombros a El Juli, el trono real de los genios, en el hoy y el ahora. Que el mañana es para los mansos. Tuvo el torero dos detalles de los dioses que son humanos. Brindar el segundo al ganadero, y dar la vuelta al ruedo con el ganadero tras la lidia al quinto. Una cosa es renunciar al paraíso, y otra renunciar a ser hombre. Solo los hombres no quieren que les cedan el sitio en el Olimpo. Los hombres, cuando el toreo es así, arrebatan sillas, se apoderan del futuro, ensombrecen todo arte, hacen cavilar a artistas, obligan a preguntarse a los poetas y mandan a los dioses al exilio.

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