Simón Casas aseguró recientemente que de un modo u otro habrá bombo en San Isidro. Con anterioridad al revolucionario anuncio del productor, El Juli expresó en esta misma revista que los toreros se ganan en el ruedo elegir cuándo y cómo jugarse la vida. Si finalmente hubiese bombo en la primavera madrileña, ¿implicaría ello la ausencia de El Juli? “Poner en una rifa a una persona de carne y hueso que se juega la vida en una plaza no creo que sea lo más lógico”, insiste Julián. “El empresario está para confeccionar carteles, para crear un interés en el público, una competencia y una rivalidad entre los toreros; está, en definitiva, para ensamblar una serie de aspectos organizativos encaminados a conseguir llenar las plazas; y ahí están los ejemplos de ferias que llenan los tendidos con carteles elaborados sin necesidad de ningún sorteo”, expone Julián en la amplia entrevista de la que es protagonista en la edición impresa de esta semana en Aplausos.

Sin ser partidario del bombo, El Juli sí se muestra a favor de innovar para mejorar el toreo, “pero desde el consenso”, expone el madrileño, que añade: “Un cambio tan relevante y tan revolucionario debería pasar por un acuerdo previo con todos los que componemos la Fiesta: matadores, banderilleros, ganaderos… cada uno tiene una opinión al respecto y debería escucharse a todas las partes”. Sin embargo, más allá de contactos o tanteos puntuales, no ha habido ninguna reunión general en el sentido que reclama El Juli: “Esa reunión no ha de ser conmigo, sino con todos. Creo que las imposiciones a ese nivel nunca son buenas. El papel del empresario es crear un espectáculo, no echar a suertes las combinaciones de toros y toreros. Si reducimos su papel a eso, se convierte en una rifa”.

Para El Juli, la salvación del toreo tampoco pasa por usar bombos: “Es una idea revolucionaria, que puede traer ciertas cosas buenas, crear interés en algún momento específico, dar oportunidades y favorecer la igualdad, pero no debe aplicarse a costa de una imposición general a todo el toreo”. ¿Descarta, pues, entrar en un bombo en San Isidro? “Lo veo difícil, la verdad”, advierte.

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