A hombros en Olivenza, Castellón, también dos tardes en Valencia, oreja en Sevilla, un rabo en Aguascalientes, faenones en Nimes y en Córdoba, despliegue de magisterio en Madrid, indulto en Sanlúcar, doblete triunfal en Istres, más puertas grandes en Badajoz, Alicante, Soria… Los citados son solo algunos de los triunfos -ha habido más- cosechados por Enrique Ponce en esta primera mitad de campaña. Otro año pulverizando sus propios registros, superando un listón que él, y solo él, puede seguir rebasando. Esa es su meta. Ese es el objetivo natural de un artista que, a día de hoy, compite única y exclusivamente consigo mismo. Admite que le estimula especialmente la búsqueda de la perfección en su toreo. No es tarea sencilla cuando ya se ha llegado tan alto, tan lejos. Pero entiende que aún hay margen de mejora. Que se puede seguir rizando el rizo. Ahora que llega el verano y comienzan a sucederse los viajes, los kilómetros, las plazas y los toros, a muchos comenzará a llegarles el agua al cuello y a Ponce, como siempre, apenas le alcanzará los tobillos, agigantando, aún más si cabe, su incombustible leyenda.

Rodeado de los suyos -familia y amigos-, Ponce repone fuerzas estos días de cara al tramo más exigente de la temporada. Lo afronta optimista y tranquilo. Sabe que, tradicionalmente, el tramo estival es su fuerte; máxime viendo cómo ha rendido ante el toro en esta primera mitad de campaña.

-¿Recuerda en los casi treinta años que lleva como matador de toros algún verano que no se le haya dado bien?
-No recuerdo ninguno, es cierto. En mi caso las temporadas de mitad para adelante siempre han ido a más. Este año he vuelto a arrancar fenomenal, estoy manteniendo la regularidad en el triunfo y estoy encontrándome mejor que nunca. Generalmente cuando mejor ritmo cojo ante el toro es cuando empiezo a torear de seguido, de ahí que agosto y septiembre sean meses en los que prácticamente siempre me haya ido especialmente bien. Seguramente por eso en los meses en que se torea menos, o se torea de forma más espaciada, yo no pierdo el contacto con el toro y me pruebo en casa, en el campo. Procuro mantenerme siempre muy activo.

-¿Con qué se queda de este arranque de campaña?
-Con las dos tardes de Fallas, por lo que supone para mí Valencia y por lo que representa una feria como la de Fallas. En Castellón también salí a hombros y todo eso hace que te calientes y te embales desde el principio. Pero por encima de éxitos puntuales, me quedo con el nivel general de cada tarde. En unas he podido sentirme más a gusto y en otras he tenido que lanzar más la moneda, pero siempre he mantenido un nivel muy bueno. La primera tarde de Sevilla fue importante y la de Madrid, aun sin orejas, me dejó un regusto especial.

“Si me apunto a una de Adolfo no es por demostrar nada a nadie, si lo hago es porque realmente pienso que con esa ganadería puedo triunfar. Está entre las duras, pero sé que con ella puedo cuajar un toro”

-Impresionó cómo se jugó la vida con su complicado segundo en Las Ventas. Al margen de faenas bellas, esa capacidad de seguir cruzando la raya mantiene plena la vigencia de Ponce casi tres décadas después de tomar la alternativa.
-Totalmente. Por eso le nombraba la tarde de Madrid como una de las importantes de la temporada. Con mi primero hubo momentos muy bonitos, pero el toro se vino pronto abajo y faltó un buen final, pero aun así estuve a punto de cortarle una oreja; y luego el otro sí fue muy complicado, procuré taparle defectos y pegarle muletazos pero, realmente, no tenía ni uno. Posiblemente haya sido el toro más malo y duro de esta temporada. Dar la cara de esa manera fue importante, sobre todo porque lo hice, como bien apunta, en una plaza como Madrid y después de casi treinta años de alternativa.

-Luego en Istres lidió adolfos, como el año pasado en Teruel. ¿Se trataba de recordar -por si alguien lo había olvidado- que sigue siendo capaz de triunfar con todos los encastes?
-Trato de mantener cierta variedad a lo largo de la temporada, pero ahora mismo las ganaderías buenas están muy cerradas en un único encaste. No hay tantas ganaderías buenas de distintos orígenes como había antes, de modo que en ese sentido poco podemos hacer. El otro día en Soria maté una de Torrestrella, que no está ahora entre las que solemos apuntarnos las figuras, y le corté cuatro orejas. No creo que tenga que demostrar nada en ese sentido. De hecho, si me apunto a una de Adolfo no es por demostrar nada a nadie, si lo hago es porque realmente pienso que con esa ganadería puedo triunfar. Está entre las duras y complicadas, pero sé que con ella puedo cuajar un toro como después, en efecto, he hecho tanto en Teruel como en Istres. Sé que hay opciones. En cambio, dentro de ese mismo mercado hay otras con las que sé que esas opciones no existen y, por tanto, sería absurdo apuntarme a ellas. Contentaría a cierta parte de la afición, pero sé de antemano que no podría hacer el toreo que me exigen.

“Yo matar, lo que se dice matar, puedo matar la que sea, además veinte veces si hace falta. No va a quitarme el sueño ningún toro, pero la gente no paga por verme defendiéndome, sino por verme crear”

-¿Cree que no le tratarían de distinta manera?
-Yo matar, lo que se dice matar, puedo matar la que sea, además veinte veces si hace falta. No va a quitarme el sueño ningún toro, lo mato y punto, pero la gente no paga por verme defendiéndome ante un animal, la gente paga por verme crear y torear como se espera que yo cree y toree; paga por verme lidiar un toro de determinada manera, y espera que siempre haya unas posibilidades de triunfo. Además, le digo una cosa…

-Diga.
-Con ganaderías de figuras como Garcigrande o Victoriano del Río, que son extraordinarias, de vez en cuando salta alguno más malo que el de cualquier otro hierro duro. La diferencia entre unas y otras estriba en la regularidad con la que echan el toro bueno. Y echar más toros buenos que malos te ofrece más posibilidades de cuajar alguno del modo en que la gente lo está esperando.

MENSAJE A LA MECA

Acaba de concluir la Feria del Toro de Pamplona. Este año llegó a especularse con que Ponce, que en 2008 cumplió su última actuación en los sanfermines, podría anunciarse de nuevo en el abono navarro.

-¿Qué hay de cierto en ello?
-Poco, la verdad. No hemos tenido contacto, no nos han llamado, o, al menos, no han venido a buscarnos. Creo que en la Meca dan por hecho que no quiero ir.

-¿Y se equivocan, acaso?
-Este año a lo mejor hubiera ido… En caso de haberse negociado, posiblemente hubiésemos llegado a un acuerdo. No tengo las puertas cerradas a Pamplona, ni mucho menos. Aquella tarde del blanco y plata en 2008 sí pensaba que iba a ser la última, pero entre ese día y hoy todo ha cambiado, han pasado diez años y eso, para muchos toreros, son varias vidas… -ríe-.

“Creo que en Pamplona dan por hecho que no quiero ir y este año a lo mejor hubiésemos llegado a un acuerdo. No tengo las puertas cerradas a volver”

-También se daba por hecho su presencia en la Feria de Julio de Valencia y finalmente su nombre tampoco figura en los carteles.
-Tenía pensado ir a Julio, de hecho en este caso sí llegó a negociarse con la empresa pero, finalmente, no hubo entendimiento. De todos modos, también hay que recordar que en Fallas solo iba a ir a una tarde y al final, por sustituir a un compañero, acabé yendo a dos. Y también influye lo suyo que en Valencia llevo toreadas más de cien tardes como matador de toros -eso sin contar novilladas y festivales- y es normal que uno se mida un poco…

-Sí estará, en cambio, en el festival del 9 de octubre a beneficio de la Fundación Toro de Lidia y de la lucha contra el cáncer infantil.
-¡Si es que yo en Valencia torearía todos los días! Lo que ocurre es que en ese caso, muy posiblemente, terminarían cansándose de mí… -vuelve a reír- Yo no rehúso a torear en mi tierra, pero entiendo que tampoco puedo torear tanto. Yo voy encantado, de hecho me han hablado de estar en el festival y ahí estaré; y eso que toreando en Julio me hubiese quedado “algo” y con el festival no va a quedarme “nada”… -bromea- Pero tratándose de la causa que se trata no podía negarme.

CREER EN LA FUNDACIÓN

-¿Cree ahora en la Fundación más o menos de lo que creía el primer día?
-Yo creo en la Fundación. Hay que creer en ella, es bueno que lo hagamos. Tenemos que tener una entidad que nos represente y nos defienda jurídica y mediáticamente en estos momentos en los que se nos está atacando por todos los sitios. Más que una cuestión de creencia personal es una cuestión de necesidad colectiva, de hecho por eso se ha creado. La Fundación no existía antes porque antes tampoco existían estos ataques tan violentos que estamos sufriendo.

“Torear una al año no es normal, pero cada uno es libre de hacer lo que quiera con su carrera. Yo de momento no contemplo algo así. Toreo donde y como quiero, sí, pero procuro estar en las ferias y dar la cara”

-Ahora habrá que llenar la plaza. Está costando lo suyo en muchos sitios…
-Bueno, poco a poco está volviendo a entrar la gente. El hecho de haber empezado a quedar un poquito atrás esta crisis económica tan fuerte que hemos vivido va a permitir a la gente volver con más frecuencia a los toros, estoy convencido de que va a notarse, pero no podemos obviar otra realidad: el público se ha vuelto mucho más selectivo. Antes hasta en las novilladas podía haber grandes entradas, pero ahora la gente selecciona mucho más, hay una oferta tremenda de ocio al margen del toro y la gente elige y, además, cuando se decanta por los toros lo hace solo por los carteles más rematados. Eso es una evidencia incuestionable. La prueba está en que cuando se ofrece un cartel más flojo no va nadie. Es duro, pero real. Hay que redondear mucho las combinaciones: dos figuras y un joven arreando debe ser la fórmula.

-Otra fórmula empleada por algún compañero para poner las plazas de bote en bote es torear una al año… y encima no todos los años; pero, seguramente, eso no case con el carácter de Ponce ni con su concepción de lo que implica ser figura del toreo.
-Desde luego eso no es lo normal, pero cada uno es libre de hacer lo que quiera con su carrera. Yo, al menos de momento, no lo contemplo. Yo toreo donde crea que tenga que torear y como crea que deba de hacerlo, de acuerdo, pero procuro estar en las ferias y dar la cara; no obstante, insisto: no critico lo otro. Es más, ni siquiera me paro a pensar en ello. Yo llevo mi camino, vivo mi presente y estoy tan metido en él que hasta me cuesta recordar dónde voy a torear o lo que he hecho esta misma temporada. Eso lleva pasándome desde hace algún tiempo…

“Hace quince años no me veía toreando con más de cuarenta y, sin embargo, aquí estoy. Me he dado cuenta de que la edad no cuenta en esto. Algún día llegará el adiós, pero en estos momentos ni me lo planteo”

-Por cierto, ya nadie le pregunta por la retirada… Si lo hago yo ahora, ¿qué me dice?
-Lo mismo que antes: ni lo pienso. Hace quince años no me veía toreando con más de cuarenta y, sin embargo, aquí estoy. Me he dado cuenta de que la edad no cuenta en esto. La edad está en la mente, en tu espíritu, en tu salud y en la forma en que te encuentras. A veces una persona de cuarenta años está mejor que otra de treinta. Sin ir más lejos yo me encuentro mejor ahora que hace siete años. Entonces a lo mejor pensaba en estar un añito más y retirarme, pero ahora, directamente, ni lo pienso. Vivo el presente y lo que tenga que venir, vendrá. Supongo que algún día llegará el adiós, pero en estos momentos, según me encuentro, según estoy sintiendo el toreo, ni me lo planteo.

-Mejor así.

EVOLUCIÓN CREATIVA

“Mi único reto es torear muy bien, cada vez mejor. Aún hay margen de mejora”. Es la disconformidad del artista, la necesidad de seguir mejorando, evolucionando, creciendo. “Todos los creadores atraviesan distintos momentos en sus trayectorias. Los cuadros de Picasso o Botero en su juventud poco o nada tienen que ver con los de su madurez artística. Igual ocurre si comparamos el Ponce de hoy con el Ponce de hace diez, veinte o treinta años. El mejor de todos es el actual, eso lo tengo claro. Atravieso un momento de plenitud”, afirma el valenciano. El maestro, además, insiste convencido: “Tengo dos metas cada vez que toreo: acoplarme al toro en todo momento, sacándole el máximo partido; y torear con el mayor sentimiento, belleza y pureza posible. Hacerlo a compás, todo muy despacioso, rítmico, poniendo ese alma que llega arriba y transmite algo distinto. Busco abandonarme ante el animal, torear como si soñara, sintiendo algo especial. Lo de las marcas, los registros, récords, hazañas… todo eso viene solo. Al fin y al cabo llevo casi treinta años de alternativa y es normal que sea el que más haya toreado o triunfado aquí o allá, el que más toros haya indultado… pero nunca me ha preocupado, son cifras y datos que nunca he buscado, sino que llegan, y llegan siempre como consecuencia de todo lo anterior, de haber ido evolucionando y creciendo sin estancarme nunca”.

TRES MANO A MANO EN VERANO

Enrique Ponce tiene programados, de momento, tres mano a mano en verano. Dos con Sebastián Castella -Mont de Marsan, 21 de julio; y Beziers, 11 de agosto- y uno con El Juli -Huesca, 12 de agosto-. Rematando los carteles de cada día, toros de Cuvillo, Garcigrande y Vellosino, en ese orden. Aunque Ponce tenga en él mismo a su rival más duro de batir, lo cierto es que aún le estimula competir y medirse con los compañeros que más se arriman. “Me motivan todos los toreros, pero a los compañeros de los mano a mano les admiro y respeto especialmente. Torear con ellos siempre es un reto. Los duelos de este tipo tienen que tener un fundamento y estos lo tienen. Castella es un gallo, atraviesa un gran momento y además las dos tardes son en su país, o sea que, por decirlo de algún modo, voy a su feudo; y de El Juli qué vamos a decir…, será nuestro segundo mano a mano en Huesca”. En el primero, dirimido con el madrileño en 2015, solo Ponce tocó pelo, ganando, por tanto, aquel asalto. Sin embargo, el maestro admite: “Desgraciadamente aquí cuentan los goles, pero a mí eso no me gusta. Lo importante de los mano a mano ya no es quién gana, sino la sensación de estar ante dos toreros que buscan imponer su ley y lo hacen solos en la plaza, de una forma más directa, más de tú a tú. En terna también sale uno a demostrar que es el mejor pero la responsabilidad se reparte y se difumina un poco más, mientras que entre dos, en un cara a cara de este tipo, todo es más directo, es una especie de tú o yo, y la gente percibe una rivalidad que está más a flor de piel”. Castella y Juli, Juli y Castella. ¿Se imaginan uno con José Tomás…?

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