Por Edgar Mendoza Fotos Arjona
Juan Pablo Sánchez fue el triunfador de la cuarta tarde de la Temporada Grande de toros en la Plaza México, al cortar una oreja a su primer ejemplar de la ganadería De la Mora, mientras que Ginés Marín hizo la mejor faena con el último del festejo con lo que marcó el mando y gusto por el toreo, y al cual le negaron las orejas, en una tarde donde Diego Silveti estuvo esforzado ante un encierro que sustituyo a los de Villa Carmela.
La cuarta corrida dejo ver toros con comportamiento diverso, destacando los lidiados en primero, por su transmisión y el sexto por la clase al embestir.
Juan Pablo Sánchez, hizo una faena de mucha colocación y entrega ante un ejemplar al que toreo en los medios de la plaza, a donde estructuró una labor de entrega y donde los kilos del toro hicieron mella. Sin embargo la pautas le dio respiro al toro que llegó al último tercio muy dosificado en los pases y los pasos. Dejó una estocada poco delantera que causo efecto para cortar la única oreja del festejo a la postre, pero los momentos de mando y suavidad, llegaron con el trazo al natural, y le dio dimensión a su faena. Con su segundo el torero de Aguascalientes, estuvo entregado y en el mismo tono. Vuelta al ruedo tras un aviso.
Un día antes el tenista Roger Federer, lleno la México y este domingo el hispano Ginés Marín, tuvo momentos de gran expresión y plasticidad ante un cierra plaza que dejó plasmar su concepto en medio de una labor que puso de cabeza al público. La faena tuvo visos de importancia desde el mismo capote en donde Ginés dejó ver su plasticidad y desparpajo en una faena que inicio de rodillas, y toreo con temple aprovechando que por su calidad, planeaba el ejemplar en medio de la cadencia. Los trazos en redondo, hicieron que culminará su labor en un éxtasis por los detalles finos y adornos. Lamentablemente pinchó, previó a la estocada. Desafortunadamente el puntillero, levantó al toro y pese a la petición de oreja no hubo el premio que pedía la gente.
Diego Silveti cargó con lo malo del lote de la corrida. Con su primero el torero estuvo a la altura con un ejemplar basto de hechuras y exigente para el torero. Tras un puyazo, el toro empujó con fuerza a la muleta, obligando a Silveti a reponer lo suficiente para darle continuidad a su trasteo. La mano se le fue abajo por lo que la gente se metió con el torero de dinastía. Con el quinto de la tarde el viento se hizo presente. Su faena fue valerosa, sin lograr acomodarse, además el toro le asestó un golpe al torearlo por bernadinas, por lo que paso a la enfermería al concluir su labor.