Por: Bricia Padrón

A los 12 años, Iñaki ya tiene un sueño claro: ser torero. Lo tiene tan claro que no hay duda en su voz cuando habla del tema. Su pasión comenzó hace unos años, cuando fue a la Plaza México a ver una corrida. «Vi a Isaac Fonseca y el ambiente que se vive allí, los aplausos, la emoción… todo eso hizo que mi pasión por el toreo creciera», me dijo, y se le iluminó la cara al recordar ese momento. Para Iñaki, fue una experiencia reveladora. Ver a Fonseca en acción no solo le mostró la belleza del arte taurino, sino también el reto y la emoción que lo acompañan.

Para él, el toreo es mucho más que un deporte o una tradición. «Lo que más me gusta del toreo es el arte que tiene y el riesgo que conlleva, pero sobre todo la sensación de enfrentarte a algo tan grande y emocionante», comentó, y se le notaba la seriedad con la que tomaba cada palabra. Esa mezcla de arte y peligro es lo que atrae a Iñaki, un niño que, a su corta edad, ya sabe lo que quiere y por qué lo quiere.

Recuerda con claridad una novillada en la que algo inesperado sucedió. «Recuerdo una vez que un novillo casi saltó al callejón. Fue muy impactante y me hizo sentir muy nervioso, pero también me dejó una gran impresión», relató. Esa experiencia le mostró, de manera cruda, el peligro y la emoción que conlleva el toreo. «No es un deporte fácil», admitió, pero su determinación es aún más fuerte que el miedo. Y aunque el riesgo es algo que está presente en cada corrida, para Iñaki es parte del desafío que tanto lo atrae.

Su torero favorito no es un ídolo lejano, sino alguien a quien pudo ver en vivo: Isaac Fonseca. «Me encanta su dedicación y la forma en que transmite tanto arte como emoción al torear», me contó, casi sin pensarlo. Isaac no solo le mostró lo que es ser torero, sino también la entrega total que se requiere en este camino. Es una figura que lo inspira no solo por su habilidad, sino por su pasión y esfuerzo en cada faena. «Es increíble verlo, porque sabes que está dando todo por el arte, por el toro», agregó, con admiración.

Aunque aún está en las primeras etapas de su carrera taurina, Iñaki ya se siente preparado para todo lo que viene. «Lo más difícil del toreo es saber que en cada momento estás arriesgando tu vida», me dijo, con una seriedad impresionante. A pesar de ser consciente del peligro, no es algo que lo haga dudar. «Es un deporte muy peligroso, pero a la vez muy bonito», explicó, como si la belleza del toreo fuera mucho más grande que cualquier temor. Para Iñaki, el toreo no es solo un desafío físico, sino también una prueba emocional.

Uno de sus mayores sueños es torear en La Plaza México, la más grande y emblemática del país. «Sueño con torear allí», dijo, con los ojos brillando de emoción. La Plaza México no es solo un lugar, es un símbolo del toreo y un desafío que Iñaki quiere enfrentar algún día. «Es la plaza más grande y famosa, y me encantaría sentir esa emoción de estar allí», comentó, como si ya pudiera imaginarse en el centro del ruedo, enfrentándose a su toro, con el rugido de la multitud llenando el aire.

Cuando le pregunto cómo se imagina su debut como becerrista, no oculta su emoción. «Me imagino con muchos nervios, pero también con muchas ganas de dar lo mejor de mí y hacerlo bien», me dijo, con una mezcla de nervios y determinación. Para Iñaki, ese será un momento crucial, un paso más hacia su sueño de convertirse en torero. «Será un momento muy especial», agregó, sabiendo que ese primer paso marcará el comienzo de algo mucho más grande.

Aunque el camino no está exento de preocupaciones, Iñaki cuenta con el apoyo incondicional de su familia. «Mi familia apoya mi sueño, aunque también les da miedo que me pueda pasar algo», reconoció. El amor por el toreo es fuerte en su hogar, pero el miedo es inevitable. Aún así, Iñaki sabe que lo que siente por el toreo es más grande que cualquier temor. «Ellos saben que es algo que realmente quiero y que me apasiona», dijo con una sonrisa tranquila.

Finalmente, le pregunto qué le diría a alguien que no entiende por qué quiere ser torero. «Si alguien no entiende por qué quiero ser torero, le diría que es algo que me apasiona profundamente», me respondió, como si esa fuera la respuesta más simple y verdadera. «El toreo me llena de emoción y me hace sentir vivo, y eso es lo que más me atrae», dijo, sin dudarlo.

A los 12 años, Iñaki ya sabe lo que quiere: ser torero. Y aunque aún le queda mucho por recorrer, su determinación es palpable. Con cada clase, con cada movimiento, Iñaki se acerca más a su sueño. Y aunque el camino no será fácil, con cada paso, con cada toro que enfrente, Iñaki se va ganando su lugar en el mundo del toreo.

Fotos: Bricia Padrón

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