Los astados de José Julián Llaguno los lidió en el rancho de Gómez Valle, pero en una semana llegó a enfrentarse a una docena de bureles. 

POR: ADIEL ARMANDO BOLIO 

El ser torero, sin duda, es sinónimo de vocación, de valor, de ambición, de carácter, de amor propio, de actitud, de dignidad, de mucho respeto a la investidura y, sobre todo, de mucho cariño a la profesión envuelto en una fidelidad especial, principalmente en el concepto que se quiera abrazar como torero y a pesar de la sangre que pueda derramar en los ruedos, pues cuando se regresa a la actividad después de toparse con la muerte, se hace con una personalidad fortalecida en el caso de los espadas que conserven esa tan única afición. 

Uno de esos casos es y no nos cansaremos de mencionarlo, es el del menospreciado y maltratado matador de toros del barrio bravo de Santa Anita, en la alcaldía de Iztacalco, de la Ciudad de México, Juan Luis Silis, quien en 12 años de alternativa ha tenido que remar contra corriente y a “gritos y sombrerazos”, además de cubrir algunas plazas del país, pudo confirmar su doctorado en la Monumental Plaza México, estando muy bien, pero sin dársele el seguimiento que merecía en ese momento a este torero tan oficioso y técnico, gracias a la gran enseñanza que le heredó su maestro, el gran Mariano Ramos. 

Así ha sido su trayectoria, siempre yendo en contra del viento, teniendo que pasar por administraciones que no supieron llevarlo hasta que se encontró con la dupla formada por los señores Fernando Rosique y Ramón Martínez, quienes de alguna manera lo han llevado por un camino más digno y a pesar de los constantes menosprecios de las empresas. 

Dentro de esta constante lucha, si en tiempos normales la situación no era fácil, cuando la pandemia se presentó pues simplemente todo se tornó más complicado, aun así, ante tal situación Silis no se ha dormido en sus laureles y de alguna manera u otra ha logrado meterse al campo y estar físicamente bien, sin desesperación. 

Una muestra de ello es que Juan Luis tuvo la ocurrencia de realizar una gesta para la que se había venido alistando desde febrero pasado, es decir, de encerrarse por vez primera con cuatro toros. Para ello, acudiendo a los pocos amigos que hay en el medio del toro, escogió el rancho potosino San Carlos de don Javier Gómez Valle, en un festejo privado. 

Para tal hecho y así fue, de manera significativa los astados a lidiarse fueron de la afamada dehesa zacatecana de José Julián Llaguno, precisamente de la ganadería de donde procedió el toro “Peletero”, ese que le infiriera gravísima cornada en el lado izquierdo de la cara aquel 13 de octubre de 2013 en el coso Monumental “Vicente Segura” de Pachuca, Hidalgo. Sin duda, una liga muy especial entre el torero y esta divisa. 

Vino entonces la parte fuerte del alistamiento pues el domingo y el lunes anteriores a la citada actuación en solitario el reciente sábado 17 de este mes. Silis se fue al norte del país para en esos dos días toreara ocho toros en la dehesa de El Vergel. 

Y llegó el día, muy especial para Silis, pues regresaba tras 12 años a la ganadería de donde procedieron los toros de su doctorado, la potosina de Gómez Valle, aquel 21 de marzo de 2009 en el coso de Apizaco, Tlaxcala, cuando su maestro Mariano Ramos le cedió el toro “Garrotero” ante la presencia de Rafael Gil “Rafaelillo”. 

Cuatro toros arriba de los 500 kilos lidió a muerte Juan Luis, vestido a la usanza charra, en ese rancho San Carlos, ante 60 personas en festejo privado y, sobre todo, ante la mirada de los dos ganaderos involucrados, don José Miguel Llaguno Gurza y don Javier Gómez Valle, quienes quedaron admirados por el desempeño del torero y comprometidos a apoyarlo. Ojalá y así sea de verdad. 

La actuación de Silis fue un reflejo de lo que ha sido su azarosa vida torera, llena de intensidad, de esfuerzo, de actitud, de sacrificio y, gritando, a través de su quehacer torero en el ruedo, que en él hay un torero de grandes vuelos y que sólo falta que lo volteen a ver. 

Fue una intensa semana en la que por vez primera toreó Juan Luis una docena de toros y con los que se sintió más que bien y listo para dar la cara en cualquier plaza. Es tiempo de reactivación de nuestra maltrecha Fiesta Brava, hagámoslo con plena conciencia de que quien vaya a ser apoyado y seguido en su trayectoria taurina lo merezca de verdad. ¡Enhorabuena y suerte matador! 

DATO 

Tres orejas logró corar Juan Luis Silis a los cuatro toros de José Julián Llaguno, pero pudieron haber sido seis si no le falla la espada a la hora buena. 

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