Por: Jorge Casals / Aplausos.es / Foto: Arjona

“Me motiva la idea de ser capaz de poder con las dificultades que tiene esta plaza”, asegura el madrileño, que pisará el ruedo pamplonés esta tarde ante los toros de Victoriano del Río

Por Jorge Casals

¡Juli, Juli! Ese es el cántico de guerra que las peñas pamplonesas han coreado durante dos décadas, casi de manera ininterrumpida, para glorificar a uno de sus ídolos, Julián López “El Juli”. Arrolló desde el primer día y su carisma entró en el corazón de aquella afición, en el sol y en la sombra, porque su entrega no entiende de distinciones. Once puertas grandes sostienen el honor del madrileño en una plaza a la que ha entendido y respetado, asumiendo su papel de figura y sin eludir compromisos que otros de su rango sí esquivaron. Un respeto mutuo, un idilio sin final porque El Juli sigue siendo el Rey de Pamplona.

-Pamplona significa mucho en la carrera de El Juli

-Es una de mis plazas talismán, donde siempre me he podido reivindicar. Una vez pasa Madrid, el próximo puerto de primera es en julio con Pamplona y para una figura, los éxitos en esa plaza repercuten mucho.

-Fue el pilar durante casi veinte años, dando la cara en una feria que otros compañeros han mirado de lado.

-Casi siempre me he anunciado dos tardes, en los últimos años ya solo una… pero mi voluntad siempre ha sido ir a Pamplona. Siempre he mantenido que las figuras donde deben competir es en las plazas grandes, y como torero es allí donde me gusta estar presente y exponerme tanto a lo bueno como a lo malo porque en esas plazas, cuando no salen bien las cosas, la repercusión es grande. Además, entendiendo las dificultades que tiene Pamplona, es una plaza que siempre me ha gustado, me ha recibido con mucho calor muchas tardes y he tenido suerte. Me gusta la idea de ser capaz de poder con las dificultades de esa plaza.

-¿Dificultades como por ejemplo?

-Pues que no es una plaza de silencios. Evidentemente los cánticos de las peñas hacen más difícil la concentración. Además, sale un toro con mucho tamaño y un trapío importante, y claro, los toreros necesitamos ese silencio y concentración para desarrollar nuestra tauromaquia. Yo intento evadirme de todo ello, centrarme y concentrarme en el toro, y nunca he tenido ningún problema, es más, creo que he tenido la capacidad de enganchar pronto al público, captar a la gente, y eso, en aquella plaza concretamente, es un éxito para el torero.

-A Pamplona hay que entenderla y respetarla tal y como es.

-La idiosincrasia de cada plaza no la podemos cambiar nadie. Cada torero decide dónde quiere hacer el paseíllo y respeta cómo es cada público, y si no te gusta, igual de respetable es no ir, pero los toreros nos tenemos que acoplar a todo.

“Donde deben competir las figuras es en las plazas grandes, donde me gusta estar y exponerme tanto a lo bueno como a lo malo”

-No podemos obviar el encierro, que tiene una atención mediática muy importante. ¿Qué opinión le merece?

-Particularmente me da miedo porque tengo un sentimiento de descontrol. Me gustan y me parecen bonitos, pero me asusta correrlos, de hecho, nunca he participado en ninguno. El día que toreo no suelo ir por la mañana, ni siquiera los veo por la tele, me pongo muy nervioso. Cuando estoy en casa sí los suelo ver, me parece interesante.

-Son muchas tardes en la capital navarra y un puñado de faenas históricas, como aquella al toro de Jandilla el año 2002. ¿Qué otras se le vienen a la mente?

-Aquella al toro de Borja Domecq fue de las mejores faenas que he hecho en Pamplona. Recuerdo otra muy rotunda a un toro de Victoriano del Río con el que no me dieron la segunda oreja y en general, recuerdo muchas tardes bonitas, por ejemplo, con toros del maestro Capea. A todo ello hay que añadir que los toros de Pamplona tienen un tamaño terrorífico, por lo que sobreponerse a todo ello te da una moral tremenda. Recuerdo uno muy serio de Victoriano del Río que me imponía mucho y que me dio una cornada.

-Precisamente con Victoriano del Río tiene su próxima cita en los sanfermines. Será el jueves 11 de julio con Antonio Ferrera y Pablo Aguado. ¿Motivado?

-A Pamplona llego como siempre, con mucha ilusión y ganas porque es una plaza de primera a la que me gusta ir, que me atrae, pero con la incertidumbre de la exigencia de la afición, del toro que sale allí… Victoriano del Río ha sido una de las ganaderías que más éxitos me ha dado en mi carrera y de mayor trascendencia: ahí están las faenas a Desván, en Vistalegre, a Cantapájaros en Las Ventas, la cornada del toro de Sevilla, que ha sido la más dura de mi carrera… es una ganadería que es muy intensa, profunda, exigente, brava y que va mucho con mi tauromaquia.

LA SEXTA

-El inicio de temporada vino marcado por la Puerta del Príncipe de Sevilla, la sexta de su carrera, convirtiéndose en el torero que más veces la ha atravesado a lo largo de la historia.

-Bueno… no alardeo especialmente de ello porque es algo circunstancial. Pienso que hay otros toreros que han hecho historia en Sevilla y no han tenido la oportunidad de abrirla tantas veces. Lo importante es la relación que tengo con la plaza, la satisfacción de que mi tauromaquia cala en Sevilla, que es una de las plazas más exigentes y con más clase del panorama actual, y eso es lo que me llevo. Pude disfrutar de la faena a ese quinto toro, con una tauromaquia amplia, con muchos registros y compleja.

-¿A qué se refiere con compleja?

-Parece que últimamente todo se quiere simplificar mucho en dos extremos: si el toro es bravo o manso, si el torero está bien o mal, se miden las faenas por las orejas, el trapío por la báscula… Para mí la tauromaquia es mucho más que eso, existe la técnica, la entrega, el sentimiento… toda una serie de registros que a veces se ahonda poco en ellos y que para mí conllevan el verdadero significado de la tauromaquia. Le pongo un ejemplo.

-Dígame.

-Me parece ridículo que para medir el trapío de un toro se tenga que poner una tablilla con el peso, o que sean las orejas lo que confiera valor a lo que hace un torero en la plaza. Dese cuenta que hablamos de Manolete, Ordóñez, El Viti… y no nos acordamos del número de orejas que cortaron, sino de su tauromaquia, su sello, su personalidad… eso es lo más importante.

-Aunque muchas veces, todos esos registros de los que habla, sobre todo los técnicos, pasan desapercibidos para el gran público.

-La tauromaquia es un arte que se consume y el público lo premia o protesta según le parece. Por ejemplo, nosotros vemos un cuadro y nos gusta o no, sin saber su técnica o cómo lo ha hecho el autor.

“Pamplona siempre me ha gustado y me ha recibido con mucho calor. Me motiva la idea de ser capaz de poder con las dificultades que tiene esa plaza”

-¿La técnica debe ser imperceptible?

-La técnica existe porque de lo contrario, no se podrían torear los toros, y te das cuenta cuando a unos toreros les valen un porcentaje mayor de toros que a otros, eso va en función de una serie de registros que te permiten acoplarte a más o menos toros. Por eso creo que estamos en un gran momento de la Fiesta, porque hay una baraja de toreros con interés y muy distintos.

-Lo que no es imperceptible es el estado de ánimo, que pareció que mermara en el inicio de temporada antes de que llegaran los triunfos de Sevilla o Jerez. No sé si fue un cúmulo de rachas, no embistieron los toros…

-No creo en las rachas ni esas suertes de que los toros te embistan más o menos… creo que cuando un torero está al cien por cien embisten un mayor número de toros porque eres capaz de ponerte en un sitio distinto que haces a los toros entregarse, y cuando no estás a ese nivel, es más difícil que te salgan las cosas. Por eso creo que ha habido tardes en las que he estado a un gran nivel y otras en las que no, y cuando esto sucede, pues se junta todo y la suerte te da la espalda.

-Entiendo que a usted se le exija lo máximo todas las tardes.

-Parece que conmigo el éxito debe estar asegurado y el público no entiende el fracaso, sin embargo, con otros toreros se tiene más benevolencia porque se entiende que los toros no se acoplan a su forma de torear.

-Retomando ese inicio de temporada no podemos obviar Jerez, con ese indulto al toro Corchero, de Garcigrande. Suena a tópico preguntarle de nuevo por esa ganadería, pero…

-Todo viene dado por esa simplificación de todo, tal y como le he explicado antes, de denominar a las ganaderías de una manera u otra, siendo la de Garcigrande una ganadería amplia y con toros muy distintos, pasando por todas las vertientes incluidas la dureza y la exigencia en muchas de las ocasiones. De ahí que mucha gente considere a las ganaderías fáciles o difíciles en función del hierro que lleven, y no lo creo así. En este caso, es una divisa muy compleja que creo conocer y entender, y he tenido la suerte de haberme encontrado con toros que me han permitido desarrollar cosas artísticas tremendas. El toro de Jerez reúne todas las condiciones que debe tener un toro bravo: querer embestir, seguir la muleta por abajo, ritmo, profundidad, la hondura… es una de las bases de la tauromaquia.

-Hablemos de Madrid. Por fin entró a última hora, eludiendo el bombo y como usted siempre defendió.

-Lo de Madrid lo tenía muy claro. Soy bastante humilde, pero creo que me honra decir la verdad, porque cuando todo el mundo tiraba balones fuera con lo del bombo y bajo cuerda, todos pensábamos lo mismo, y yo dije públicamente que no estaba de acuerdo porque no me parecía bueno para la Fiesta porque se salta todas las bases por las que todos queremos ser toreros, y en ese sentido cada uno debe estar donde se merece, y ahí está la negociación, como ha sido históricamente. Yo me posicioné, aunque no ir a Madrid me suponía un gran daño porque Las Ventas siempre es una de mis ilusiones por las que sigo soñando y preparándome, pero lo que se hizo iba en contra de mis principios y decidí no ir. Las circunstancias hicieron que me llamaran a última hora, con las condiciones a la altura de una figura del toreo, con unas formas en las que yo siempre he creído y que, por mi trayectoria, es lo que me toca, y al final no dudé ni un segundo en aceptar y estar en Madrid, que cada año es mi gran sueño.

“El bombo iba en contra de mis principios y decidí no ir a Madrid pero las circunstancias hicieron que me llamaran a última hora, con unas formas en las que yo siempre he creído y no dudé en aceptar porque esa plaza es mi sueño”

-¿Cree que esa decisión le ha podido molestar a algún compañero, tanto a los que admitieron el sorteo como a los que no y decidieron no estar en Madrid?

-Yo he sido totalmente respetuoso con todos los toreros, no tengo nada en contra y cada uno decide lo que crea conveniente para su trayectoria. No me duelen prendas a la hora de decir que si yo estuviese en otra situación, quizá cedería. No lo sé. Yo hablo de mis principios y nunca he querido polemizar, siempre he sido respetuoso y si alguien se ha sentido ofendido, pido perdón públicamente porque nunca ha sido mi intención.

-Una vez vistos los resultados, ¿mantiene la misma idea al respecto?

-Sí. Creo que los toreros que han triunfado este año se merecen una negociación digna en función de los resultados obtenidos, y no meterlos en un sorteo. Precisamente, una de las ilusiones que tienen muchos toreros es elegir cómo y cuándo en las contrataciones. Me parece clave. Hay otras posibilidades de hacer el bombo mejores o distintas. Eso no significa que yo esté en contra, sino que yo, particularmente, Julián López, no quiero ceder ante la manera en la que se ha hecho.

-Seguimos hablando de Madrid pero sobre todo de lo que ocurrió en el ruedo, donde convendría destacar la tarde de Beneficencia.

-Estuve muy a gusto. Puede parecer conformista desde mi situación porque mucha gente puede pensar que yo quiero cortar muchas orejas, pero mi lucha no es esa. Es una plaza que me atenaza mucho, que no me ha dejado desarrollar mi tauromaquia la mayoría de veces, que no me ha dejado ser como soy. La primera tarde fue mala y sin suerte, en la que tampoco me encontré especialmente bien, pero en la segunda sí hubo momentos intensos en los que pude soltar la muñeca toreando, disfruté con el capote, sentí el crujido de Madrid muchos momentos… y aunque uno sueña con culminar la tarde de otra manera, al final me fui satisfecho.

-Pinchó esa faena. ¿Qué le ocurre a esa maldita espada?

-Le hubiese cortado una oreja si llego a matar bien… No me duelen prendas en reconocer que con la espada estoy atravesando momentos muy difíciles. Son muchos años y a veces uno pierde el sitio, no lo ves claro… en muchas faenas no he estado nada a gusto con la espada y lo he pasado mal.

-¿Y qué solución ve?

-He empezado a cambiar la forma y de hecho, aunque no me atrevo a hablar porque queda mucho, en estas últimas corridas he matado muchos toros muy bien. Ha habido un cambio bastante grande, aunque sin llegar todavía a esas etapas anteriores mías en las que mi espada era un seguro.

-Recordando la Beneficencia, todo el mundo apuntó la acritud del público aquella tarde.

-Es como lo que hablábamos de Pamplona, yo no voy a cambiar la identidad de cada público. Es una relación difícil pero entiendo que Madrid es así, pero también afirmo que cuando se entrega, es la plaza que más fuerza tiene. Cuando te dan un ole te lo da de verdad, y cuando tienes esas sensaciones, te dejan una plenitud interior que no encuentras en otras plazas. La gran dificultad de Madrid es que la actitud del público coarta a los toreros.

-Usted asegura que se encontró más libre aquella tarde. En general, ¿se siente más liberado de la exigencia que tiene el peso de la púrpura y que ahora comparte con esos toreros nuevos?

-Sí, me siento más liberado. Hay tardes en las que ese sentimiento de responsabilidad, de que la gente salga contenta, me hace forzar la máquina y aunque corte orejas, pues no me quedo tan lleno. Todavía me cuesta liberarme de ese respeto que tengo hacia el público. Pero en cuanto a esa necesidad del triunfo y cortar orejas, ahora entiendo mejor el no éxito.

-¿Cómo se está encontrando esta temporada?

-Con momentos buenos, otros no tanto, no ajeno al paso de los años ni a la exigencia del público, en el sentido de poner a un torero al que han visto muchas tardes contra los toreros nuevos, que siempre es una sensación difícil que tenemos las figuras que llevamos muchos años. Para resumirlo, creo que los momentos buenos son mejores pero hay menos regularidad.

-Por cierto, su ganadería va poco a poco asumiendo retos.

-Bueno… muy despacio. Es una etapa complicada porque estando en activo no es fácil compaginarla con mi profesión. Al igual que en cualquier ganadería nueva, hay mucha desigualdad, pero es un proyecto a largo plazo. Tiene sangre muy buena que necesita tiempo para encontrar su camino, pero ahora no es el momento. Voy pasito a pasito.

-Suerte para la temporada.

-Gracias.

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